sábado, 11 de febrero de 2012

El caballo de Turín

Título original: A Torinói ló
Año: 2011
País: Hungría
Dirección: Bela Tarr
Guión: Béla Tarr, Ágnes Hranitzky
Intérpretes: Volker Spengler, Erika Bók, János Derzsi
Fotografía: Fred Kelemen
Música: Mihály Vig
Montaje: Ágnes Hranitzky

Valoración: 9/10


Empezar a degustar el cine de Bela Tarr con la que según el propio realizador será su última película se me presentó como un gran reto en la pasada edición del Festival de Sitges. Finalmente no pudo ser, y por motivos laborales no pudimos asistir al único pase de la película durante el festival. Ayer mi frustración se disipó y El caballo de Turín se estrenó comercialmente en las salas de cine del territorio español. En Barcelona se ha estrenado sólo en una sala de los cines Girona con dos sesiones diarias. La curiosidad me lleva a observar que en Madrid también se proyecta en una única sala en los cines Luchana con una única sesión.


En el estreno de ayer a las 21 horas en Barcelona estuvo Paco Poch, distribuidor de la película, presentándola. Poch nos avisa antes de la proyección que estamos a punto de descubrir una obra distinta fuera de cualquier convencionalismo. Nos explica con una gran sentido del humor que en el reciente estreno de la película en el Centro Pompidou de París, una parte del público se quedó dormida. También avisa de que la película corre el riesgo de fascinar a unos a la par que aburrir a otros. Presenta El caballo de Turín como una experiencia que goza de la mirada metafísica de Andréi Tarkovski y muy cercana al cine de Carl Theodor Dreyer.

El caballo de Turín es una película que no deja indiferente absolutamente a nadie, aquí tenéis para contrastar las críticas que he podido leer de los colegas blogueros que habitualmente sigo, todas muy recomendables.


Seis días necesitó Dios para crear el mundo, Bela Tarr lo deshace en el mismo periodo de tiempo. El caballo de Turín parte de un suceso real que ocurrió el 3 de enero de 1889 cuando Friedrich Nietzsche fue testimonio del maltrato infligido a un caballo por su cochero, tras la negativa del exhausto animal a moverse. Se dice que Nietzsche rodeó el cuello del caballo con sus brazos, se puso a llorar y a partir de ese momento se perdió por completo en la demencia y dejó de hablar hasta el fin de sus días.


En palabras del filósofo Pablo Romero: "En diciembre de 1889 Nietzsche comenzó a atravesar los que se consideran sus últimos días de lucidez mental. Envía las llamadas cartas de la locura a sus amigos y personajes destacados de la época, en donde firma a veces como El crucificado, otras veces como Dionisos, etc. En esa etapa está enmarcado el célebre episodio de su abrazo a un caballo en plena vía pública, cuando éste era azotado a latigazos por el cochero, al que poco le importaba que el animal no pudiera seguir arrastrando la excesiva carga que se dice llevaba. Nietzsche se abrazó al caballo y no lo quería soltar bajo ninguna circunstancia. Llegó a pedirle disculpas en nombre de la humanidad por la brutalidad humana, mientras la policía acudía a solucionar el asunto. Pero sólo soltó el caballo cuando a la escena llegó el señor Fino, que era quien regenteaba la pensión de Turín donde se alojaba el filósofo y que era dueño de un quiosco ubicado precisamente en la plaza pública donde sucedieron los hechos. Al verlo, Nietzsche lo abrazó, llorando”.

A partir de este suceso narrado por una voz en off al principio, Tarr se interesa por lo que le sucedió al caballo, a su cochero y a su hija. El cochero vuelve a su casa con su caballo en medio de un viento huracanado donde le espera su hija dispuesta a cuidar de los dos. Filmada en un banco y negro que no hace más que acentuar la belleza de los planos de una sobriedad rotunda acompañados de una música hipnótica a base de cuerdas. Una vida austera y cruel en un entorno duro y desamparado auguran a los protagonistas lo que parece ser el fin de los días. La película es de una lentitud desmesurada, estamos ante el apocalipsis más cruelmente frío y bello que se podía imaginar. La dura rutina del cochero y su hija en un ambiente que transpira una enorme hostilidad, nos llega a ofrecer imágenes de una tristeza bellamente extrema como la escena en la el caballo se pone a llorar.


El caballo de Turin es la crueldad del duro final. Es el momento en el que las cosas acaban y la vida desaparece en medio de la terrible sinfonía del viento. La película está compuesta por 30 tomas y está dentro del denominado “movimiento fílmico remodernista”, muy influenciado por el propio Tarr, que procura captar el ritmo de la vida en tiempo real provocando así una conciencia aguda del momento. Poder disfrutar en pantalla grande de El caballo de Turín es una experiencia sensorial para aquellos que se adentren en ese fascinante estadio terminal del mundo. También hay que ser justos y avisar del alto riesgo de sopor que puede provocar, por ello creo que una sala de cine es el lugar más propicio para que los sentidos entren en resonancia con la película. La película ganó el premio FIPRESCI y Gran premio del jurado en la pasada edición de la Berlinale y fue la candidata a representar a Hungría en los Oscar. Para todos aquellos que se vean capaces de disfrutar pacientemente de esa belleza de la monotonía a cámara lenta, esta semana podéis disfrutar en el cine del primer estreno comercial de Bela Tarr en España de la que será su última película.

Lo mejor: La fría y cruel belleza de cualquiera de sus imágenes y el misterio que esconden.
Lo peor: Aburrirse.

2 comentarios:

  1. Una crítica hermosa y reposada para hacer justicia a una película que es una obra de arte y un enigma y una inquietud y un dolor... La verdad es que la voté tras Sitges en Filmaffinity y le puse un 9. Al verlo ahora dudo si no me quedé corto. Seguro que en algún momento también te lo has planteado. Te enlazo en mi blog. Un abrazo.

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  2. Gracias David! Es una película muy especial en todos los sentidos. Yo fui bien preparado (gracias a un buen maestro jeje) y con muchas ganas. También hay que reconocer que si te pilla un mal día corres el riesgo de dormirte, si superas eso es una película hipnótica con imágenes de una belleza cruelmente sublimes. Un abrazo!

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